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Alma Roja

  • abril 7, 2017

El rojo simboliza vitalidad, coraje, optimismo, rabia, impaciencia, inconformismo, pasión. Estos son solo unos cuantos valores atribuidos a un color tan representativo de la condición humana. Creo que reflejan perfectamente parte del alma de Carlota.

Carlota (Charlotte) es una forastera, como les gusta llamar a los foráneos por aquellos lares, que hace unos años se trasladó a vivir a Fermoselle, un pueblo zamorano perteneciente a la comarca de Sayago, y enclavado dentro del parque natural de Arribes del Duero. Trabajó y viajó por Francia, Italia y Sudáfrica para aprender de los mejores enólogos para posteriormente ejercer de enóloga en varias bodegas. Un día pisó esta comarca por recomendación de un amigo, y por cosas del destino y su alma inquieta, se trasladó a vivir y trabajar en esta tierra. Difícil tierra. Sobre todo para cuidar de sus uvas bajo la “locura” de la biodinámica y los tratamientos naturales.

Creo poder decir, si ella me lo permite, que Carlota se enamoró de unas viñas enclavadas en un lugar perdido, agreste y difícil en el mapa de la provincia de Zamora. Lejos de todo, pero mucho más cerca de la tierra y de su sentir. Estableció una conexión directa con un paraje prácticamente olvidado. Una tierra dura para que una mujer la trabaje, no por su falta de valor y coraje, si no por aquellas miradas rurales de menosprecio a su labor. Por sentirse observada y examinada, en todo momento, por el desconocimiento y la desconfianza que se genera en los pueblos y sus gentes hacia un forastero. Por esa España tan nuestra, la típica España profunda, la España berlanguiana de siempre y que nunca cambiará.

Charlotte-bodega-alma-roja

Sin embargo, sus vinos no reflejan la dureza de esta tierra, la dureza del clima y de sus gentes. Los vinos de Almaroja o del alma roja de Carlota, se revelan delicados y sutiles. Armados de capas muy diferentes, complejos y amables a la vez. Reflejan el campo en su etapa más bonita, la primavera y su sol a media altura. Muestran las flores y los insectos que revolotean alrededor, la miel. Muestran los sabores que un viñedo viejo puede pintar en un vino si se le trata correctamente. Retratan las bondades rurales de una tierra casi olvidada de nuestro mapa, perdida en los confines ibéricos, situada en el lejano Oeste español.

Pirita Blanco, D.O Arribes (malvasía (doña blanca), godello, albillo, puesta en cruz, verdejo colorado, moscatel de grano menudo) 6 meses sobre lías.

Amarillo pajizo, dorado. Bonito color, limpio. Flores blancas y frutas de hueso. Mucha intensidad, miel y quizás algún anís. Muy mineral, y muy bien hecho. Frutas y con gran volumen, glicérico. Persistente y largo. Una maravilla de blanco, no hay que pasar esta vida sin probarlo.

Pirita Blanco 2011 pro

Pirita Tinto, D.O. Arribes (juan garcía, rufete, bruñal, madrid tinta, tempranillo, bastardillo chico, bastardillo serrano, tinta jeromo, gajo arroba, verdejo colorado y otras) De 9 hasta 24 meses barricas de roble francés nuevas y usadas

Es un tinto realmente curioso. Diferente. Rojo picota, de capa alta y ribete púrpura. Al principio se muestra cerrado, algo de pegamento. Pero después se abre hacia el campo, hacia las flores y hacia las violetas. Frutos rojos, frutas del bosque y potentes bálsamicos. Fondo mineral y acidez muy correcta.

Pirita Crianza 2008 pro

Se bebe fácil, así que cuidado. Es un vino complejo, pero disfrutón. Y si le damos tiempo, vamos a descubrirle varias caras, a cual más interesante.

Charlotte Allen, D.O. Arribes (juán garcía) De 18 hasta 24 meses en barricas de roble francés nuevas y usadas

Potente, estructurado y complejo. Rojo picota, capa medio/alta. Ribete aún vivo y con poca oxidación. En la nariz intenso, elegante, rotundo. Fruta negra, y muchos balsámicos donde navegar. No tengáis prisa con este vino, dejándole estar un rato tranquilo oxigenándose lo vais a disfrutar mucho más. Buena acidez, potente, taninos golosos y gran mineralidad. Mucho volumen y recorrido. Muy grande.

Charlotte Allen 2009 pro

Me siento feliz de escribir esta entrada por Esther, mis sobrinos y por el maravilloso viaje que hicimos a los (las) Arribes del Duero. Un sitio maravilloso para visitar, que te devuelve toda la belleza de lo agreste que tiene la naturaleza. Pasamos unos días estupendos, descubriendo una tierra maravillosa, apenas domada por la mano del hombre.

También me siento feliz de escribir esto por Carlota, alguien con quien contraje una deuda y que con este texto entiendo que saldo solo a medias.

Pirita

Alberto Llorente

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